La agricultura en el centro del calendario horizonte azteca
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Cuando conocí el artículo de Humberto Basilio referido al ciclo agrícola de los mexicanos prehispánicos, con la utilización del calendario horizonte azteca, me interesaron esos vínculos entre el reconocimiento a las deidades, en la historia que nos ocupa el centro es de Tláloc, nada menos que el dios de la lluvia, y otra de las actividades humanas básicas: la alimentación, vino a mí que en la tradición judeocristiana se pide, se ruega, por obtener de la deidad “el pan nuestro de cada día”.
¿Habría en Mesoamérica una conexión entre la fe y la ciencia? Sin bases científicas, apenas las conjeturas, quien escribe cree que existen en todas las religiones del mundo, poli o monoteístas. ¿Los sacerdotes eran a la vez científicos? Hoy, ¿los científicos buscan la validación de sus propuestas hasta que se abren nuevos interrogantes?
Caminar a 4.120 metros sobre el nivel del mar no fue una aventura más de Ezcurra. Estaba tratando de confirmar su última hipótesis.
A diferencia de algunos arqueoastrónomos que han estudiado el sitio por décadas, Ezcurra cree que el Monte Tláloc era más que un centro ceremonial de la antigua civilización que habitaba la zona. Cree que fue un marcador solar en el calendario utilizado para gestionar eficientemente los ciclos agrícolas.
El 24 de febrero de 2022, Exequiel Ezcurra y un grupo de colegas subieron a la cima del monte Tláloc, México, el sitio arqueológico más alto de Mesoamérica. Entre 1428 y 1521, los aztecas rindieron homenaje a Tláloc, el dios de la lluvia.
Previo a la llegada de los españoles en 1519, el Valle de México albergaba a unos 3 millones de habitantes. Alimentar tantas bocas requirió un conocimiento extraordinario de la tierra y el clima, sostiene Ezcurra, ecólogo de la Universidad de California en Riverside.
Durante la madrugada, el equipo de Ezcurra esperó pacientemente en la base de la estructura de la calzada que conduce a la cima del cerro. A las 7:20 a. m., el Sol salió justo en el centro del borde superior de la carretera, como si hubiera sido construida con esa misma intención.
Lo observado vista fue “la cosa más mística que mis ojos jamás hayan visto”, dijo Ezcurra.
Calendario horizonte #
En México el cambio de estaciones difiere del de gran parte de América del Norte y Europa. La primavera es seca y polvorienta, mientras que durante el verano caen lluvias torrenciales, provocadas por la absorción de humedad proveniente del Océano Pacífico, el Golfo de California y el Golfo de México, fenómeno ampliamente conocido como el monzón mexicano.
La vegetación se ha adaptado a estos patrones. Varias de las semillas más comunes que se encuentran en la región, como las de frijoles y teocintes (una de las cuales finalmente se domesticó como maíz), tienen una capa exterior dura y necesitan varias lluvias para germinar. Ezcurra se preguntó cómo las civilizaciones antiguas dominaron con éxito la agricultura en la región sin utilizar herramientas modernas. “En ese escenario”, explicó Ezcurra, “cualquier precipitación adelantada podría haber confundido a los agricultores, lo que habría provocado graves consecuencias para la cosecha”.
A través de modelos astronómicos computacionales, el investigador y su equipo comenzaron a calcular dónde se observaba el amanecer desde la perspectiva de alguien que se encontraba en el Templo Mayor, el centro absoluto de la vida religiosa antigua, que también se utilizaba para realizar observaciones astronómicas.
El concepto de “calendario horizonte” es ampliamente conocido entre los arqueoastrónomos; se refiere al uso del paisaje, como montañas y colinas, para marcar el amanecer y realizar un seguimiento de los cambios de estaciones. Fue utilizado por civilizaciones de toda América Latina, explicó Daniel Flores, astrónomo del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que no participó en la nueva investigación.
Los resultados del equipo liderado por Ezcurra mostraron una clara asociación entre el amanecer y los festivales y celebraciones estacionales aztecas. El árido equinoccio de primavera, cuando el Sol sale detrás del monte Tláloc, se asociaba con el dios del agua y la lluvia; el solsticio de verano, cuando el Sol sale tras las orillas del lago de Texcoco, se asociaba con la sal y el maíz; el equinoccio de invierno, cuando el Sol sale junto al volcán Iztaccíhuatl, se asociaba con la fertilidad.
Pero entre todas las fechas y eventos del calendario antiguo, hubo uno que no coincidió: el 23 y 24 de febrero, fechas marcadas como inicio del año azteca por Rafael Tena Martínez, uno de los historiadores más destacados de México.
Ezcurra pensó que civilizaciones anteriores debieron haber utilizado un calendario de horizonte previo a la construcción del Templo Mayor. El cerro del Tepeyac, donde se celebraba a Tonantzin (la madre azteca de todos los dioses) y que se eleva por encima de las nubes, “era el lugar obvio para observar el amanecer”, dijo Ezcurra.
Al calcular cuándo se producían los antiguos amaneceres desde la cima del Tepeyac, los investigadores observaron que el amanecer se puede observar precisamente en la cima del monte Tláloc entre el 23 y el 24 de febrero, coincidiendo con lo que Tena había identificado como el año nuevo azteca.
Ezcurra y sus coautores publicaron sus resultados en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America )en diciembre de 2022.
Una (eficiente) tecnología antigua #
El equipo de Ezcurra también estaba interesado en la pendiente de la calzada de 150 metros que conduce a la cima del Monte Tláloc, que se desvía del centro ceremonial pero se alinea perfectamente con el Tepeyac.
Lo que el equipo observó temprano en la mañana del 24 de febrero desde la base de la calzada fue que estaba alineada no sólo hacia el Tepeyac, sino también hacia el Sol naciente.
Esta perfecta alineación, según Ezcurra, podría haber ayudado a los aztecas a dominar el concepto de años bisiestos, una hazaña que aún se debate entre los arqueoastrónomos. “Llegué a esta discusión con la perspectiva de un ecologista interesado en la agricultura… un sistema de calendario que ignore los años bisiestos acumularía un error de semanas en dos o tres generaciones, lo que sería catastrófico para el inicio de la actividad agrícola”, dijo Ezcurra.
Los historiadores europeos medievales como Motolinia argumentaron que los aztecas no tenían los complejos procedimientos matemáticos necesarios para evaluar una corrección horaria tan precisa. Pero Ezcurra sostiene que a través de su propia tecnología de medición, como el uso del monte Tláloc como marcador solar, los aztecas eran perfectamente capaces de mantener un calendario sofisticado, incluyendo sumar o restar días para tener en cuenta los años bisiestos.
El astrónomo y arqueólogo de la Universidad Colgate, Anthony Aveni, estuvo de acuerdo con Ezcurra en que los aztecas eran competentes en llevar la cuenta del tiempo de una manera sofisticada. De hecho, todo el concepto de año bisiesto “no existía para [los aztecas] porque es un invento occidental”, explicó Aveni. “La gente suele pensar que no podrían hacer nada preciso sin tecnología… Es una visión presentista y etnocéntrica”. Para Aveni, el problema es que “nos hemos vuelto tan dependientes de [nuestra tecnología] que no nos damos cuenta de lo que se puede hacer a simple vista”.
La nueva investigación, sin embargo, ha sido criticada por otros expertos. Flores, por su parte, piensa que el estudio es una “recopilación de aportaciones anteriores”. (Aveni, por ejemplo, publicó conclusiones similares sobre el alineamiento del Monte Tláloc en 1988). Aun así, Flores cree que es crucial reconocer que “el desprecio y el no reconocimiento de los avances de la ciencia antigua son el legado de la mentalidad imperialista conquistadora".
“Fotografía de Angel Chavez en Pixabay”)
Para Ezcurra, el argumento central del estudio es, de hecho, una crítica a un enfoque histórico que continúa centrando las cosmovisiones europeas. En el siglo XV, “Tenochtitlán era una de las zonas más pobladas del planeta”, dijo, “lo que demuestra una capacidad agrícola monumental y un extraordinario sistema de suministro de alimentos, algo que los europeos ni remotamente podrían soñar con tener”.
El artículo de Humberto Basilio: Agriculture at the center of the Aztec horizon calendar, Eos, 104, publicado el 8 de febrero de 2023.
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