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Restos de un gliptodonte replantean las hipótesis sobre el poblamiento humano de América

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Ricardo Daniel González Guinder
Megafauna Mamíferos Paleontología Poblamiento Humano
Ricardo Daniel González
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Ricardo Daniel González
Ciencias planetarias, astronomía, horticultura urbana agroecológica, poesía, filosofía, fotografía, varios.
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Expertos del CONICET y el Museo de La Plata, en Argentina, identificaron marcas de origen antrópico en el esqueleto de un gliptodonte hallado a orillas del río Reconquista, cerca del Dique Roggero, en el límite entre las ciudades bonaerenses de Merlo y Moreno. Las marcas datan de 21 mil años atrás, unos 5 mil años previos a la etapa histórica en la que está aceptado que llegaron los primeros pobladores al continente americano. El hallazgo se configura como la primera evidencia de interacción temprana entre los primeros habitantes y la megafauna que habitó la zona.

El hallazgo se realizó en el río Reconquista
El hallazgo se realizó en el río Reconquista en la ciudad de Merlo, provincia de Buenos-Aires, Argentina.

El artículo de investigación se publicó hoy en la revista PLOS ONE.

La conclusión de los expertos surge de una serie de detallados y exhaustivos estudios desde múltiples enfoques que se realizó sobre el esqueleto incompleto de un gliptodonte perteneciente al género Neoesclerocalyptus –pariente de las mulitas y peludos actuales y extinto unos 10 mil años atrás– con partes articuladas, compuesto por las vértebras y el tubo caudal1, o estuche de la cola. El fósil fue hallado por Guillermo Jofré, autodidacta de la paleontología que tiene a su cargo el Repositorio Paleontológico Ramón Segura, de Merlo, a quien le llamaron la atención las singulares características que presentaba: múltiples rayitas en los huesos y osteodermos –placas óseas– que no parecían ser aleatorias, como pueden ser las marcas del ataque de otro animal o la acción de roedores sobre los huesos fosilizados, sino que seguían patrones uniformes. Gracias a la idoneidad que adquirió en diversos cursos dictados por investigadores platenses, Jofré extrajo el tocón de tierra donde se encontraban los restos cuidando cada detalle para que no se perdiese información valiosa y les informó del hallazgo.

Del Papa, de los Reyes y Delgado junto a los restos de gliptodonte con trazas de intervención humana
Del Papa, de los Reyes y Delgado junto a los restos de gliptodonte con trazas de intervención humana. Crédito de la imagen: Miguel Delgado et al.

“El paradigma de poblamiento dice que los seres humanos llegaron a América hace 16 mil años, pero ocurre que desde hace un tiempo empezaron a aparecer evidencias más antiguas en Brasil, Canadá, Estados Unidos y México, entre otros lugares. Hay toda una visión tradicional que dice que esas son anomalías, que no se sabe bien cómo se dieron, pero ya hay estudios muy serios publicados en revistas prestigiosas que ubican el ingreso entre 20 y 30 mil años atrás”, explicó Miguel Delgado, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y autor de la publicación. “Nuestro trabajo se enmarca en esa línea, y aporta otro granito de arena, en este caso para el Cono Sur”, apuntó Mariano Del Papa, investigador de la FCNyM y también autor del paper.

“Lo primero que quisimos saber fue la antigüedad, porque cuando vimos la estratigrafía del lugar del hallazgo, es decir las capas de sedimento que se van acumulando, el fósil estaba muy abajo, lo que nos daba la pauta de que era algo muy viejo”, indicó Martín de los Reyes, también investigador de la FCNyM y autor del trabajo. En ese sentido, el equipo se valió, por un lado, de datos científicos que ya se contaban para el sitio: justo debajo del lugar donde estaba el esqueleto ya se había encontrado un tipo de caracol que databa de 32 mil años atrás, y apenas por encima del cuerpo el fechado radiocarbónico –un método que se basa en la medición de la cantidad de carbono 14 que contiene un material– del sedimento marcaba 17 mil años. Por otro lado, mediante una técnica muy usada por paleontólogos y arqueólogos, se realizó la datación de la edad de los huesos: “Para la datación más común se usa el colágeno de los huesos, pero como en este caso ya no quedaba nada de colágeno en ellos, fechamos la bioapatita, que es su parte mineral. Ese análisis, que se hizo en Francia y fue la primera datación en hueso de un Neoesclerocalyptus, nos dio como resultado que el esqueleto tiene 21 mil años”, contó Delgado, y destacó que, puestos en contexto, las conclusiones del análisis óseo y del estrato son consistentes cronológicamente.

Carneada
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Marcas de corte sobre los huesos del Neoesclerocalyptus.
Marcas de corte sobre los huesos del Neoesclerocalyptus. Crédito de la imagen: Miguel Delgado et al.

Quedaba por analizar el origen de las marcas que presentaba el esqueleto, tanto en las vértebras como en los osteodermos del tubo caudal. “Hay varias formas en las que se puede dar una marca, como la acción de carnívoros y de otros agentes tafonómicos –por ejemplo, roedores que roen los huesos–. Pero estas eran distintas, no eran aleatorias, seguían patrones de corte”, subrayó Delgado, y agregó que “son muy parecidas a marcas experimentales ya documentadas hechas por humanos, y eso es lo que buscamos comprobar mediante escaneos 3D y análisis cuantitativos”. De los Reyes destacó que “el patrón es de desposte, como los cortes que hace un carnicero, en lugares específicos como las inserciones musculares o los tendones. Ahí cortaron. Lo carnearon”.

Dimensiones
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En vida, el animal era un acorazado de mediano a grande, con un peso de alrededor de 400 kilos, 90 centímetros de alto y un largo total, con cráneo, coraza y tubo caudal, de 1,30 metros. “El esqueleto estaba panza arriba y, si bien no sabemos el contexto, es decir si fue producto de la caza o del aprovechamiento oportunista, los patrones de las marcas sugieren un claro origen humano”, detalló. “La mayoría de las marcas de corte están hechas en el tren trasero, entre la cadera y la cola, donde estos especímenes tenían la mayor cantidad de carne. Primero sacaron una parte del anillo caudal, luego cortaron los tendones. Es decir, siguieron una serie de pasos intuitivos con el objetivo de sacar los músculos más prominentes y comerlos”. Además del patrón de desposte, el equipo halló otros patrones, como la forma de las marcas y la fuerza usada según la mayor o menor dureza de los huesos.

Martín de los Reyes, Mariano Del Papa y Miguel Delgado junto a un ejemplar de Neoesclerocalyptus que se exhibe en el Museo de La Plata
Martín de los Reyes, Mariano Del Papa y Miguel Delgado junto a un ejemplar de Neoesclerocalyptus que se exhibe en el Museo de La Plata

El equipo de profesionales indicó que el lugar del hallazgo es muy rico desde el punto de vista paleontológico, por lo que futuras excavaciones y análisis adicionales de los materiales recuperados continuarán develando secretos sobre los primeros habitantes de estos territorios. En el futuro esperan encontrar herramientas utilizadas por nuestros ancestros para hacer los cortes, ya que en la época en que habitaron no existía la materia prima local como para hacer armas o cuchillos. “La excavación realizada es preliminar, ya que sólo se abordó una pequeña parte del sitio. Por eso, el próximo paso es hacer una excavación y datación más exhaustiva”. También se proponen trabajar en conjunto con la comunidad de Merlo, mediante el Repositorio y el municipio, para que se involucre, conozca, valore y preserve la riqueza del sitio.

Recreación artística de un Glyptodon
Recreación artística de un Glyptodon. Crédito de la imagen De Luca Mendieta - Trabajo propio, [CC BY-SA 4.0] ( https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=146982916)

El hallazgo, fruto del trabajo interdisciplinario de expertos del CONICET, el Museo de La Plata, el Instituto Pasteur de París, la Municipalidad de Merlo, Buenos Aires, y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, abre muchos interrogantes y cuestiona los modelos actuales de poblamiento del Cono Sur. “Pone en la agenda que hubo humanos en la región mucho antes de lo que se pensaba. Es una evidencia temprana, indirecta, de su primera etapa exploratoria. Era un contexto hostil, con un clima frío y seco y un ambiente dominado por la megafauna, con megaterios, gliptodontes y tigres dientes de sable, entre otros animales, por lo que la supervivencia pudo ser muy difícil. Al comienzo, exploraron el espacio, y luego vino el asentamiento efectivo. Por eso la rareza de este descubrimiento”, concluyó Delgado.

Citation
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El artículo Anthropic cut marks in extinct megafauna bones from the Pampean region (Argentina) at the last glacial maximum, fue publicado en PLOS ONE. Sus autores son Mariano del Papa, Martín de los Reyes, Daniel G. Poiré, Nicolás Rascovan, Guillermo Jofré & Miguel Delgado. Published: July 17, 2024 https://doi.org/10.1371/journal.pone.0304956


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  1. En la revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres/Tomo I/El Peludo (Euphractus villosus), de Eduardo L. Holmberg, un artículo de Félix Lynch Arribálzagasobre el peludo para la guía ilustrada del Zoológico, se describe que “la carne tiene muy buen sabor, y no es dudoso que si se obtuviera su multiplicacion en cautividad podría figurar en la mejor mesa, al lado de los más ponderados manjares. La manera más comun de prepararlo para el consumo es asarlo en su propia cáscara; esta última suele usarse para fabricar canastillas, y áun guitarras, segun se dice; el tubo caudal lo usan algunos paisanos como depósito de yesca”. Asimismo, ↩︎

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