Vinculan exposición al humo de los incendios forestales con un mayor riesgo de demencia
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A medida que los baby boomers se acercan a la jubilación, aproximadamente 1 de cada 6 estadounidenses tiene más de 65 años. Se prevé que la cantidad de estadounidenses que viven con demencia se dispare, pero la proporción de estadounidenses mayores que desarrollan demencia en realidad ha disminuido. La razón exacta es incierta, pero varios factores ambientales y de estilo de vida pueden influir en el riesgo de deterioro cognitivo de una persona.
Un riesgo descubierto recientemente es la contaminación del aire. Los estudios han vinculado la exposición a un tipo de contaminación del aire llamada partículas finas - partículas en suspensión-, o PM2.5, con un mayor riesgo de desarrollar demencia, y los investigadores sospechan que algunas fuentes de PM2.5 pueden suponer un riesgo mayor que otras.
Una nueva investigación dirigida por la Universidad de Washington descubrió que el humo de los incendios forestales es especialmente peligroso. Un análisis de los registros médicos de 1,2 millones de residentes del sur de California descubrió que una mayor exposición prolongada al humo se asociaba con un aumento significativo de las probabilidades de que a una persona se le diagnosticara demencia.
¿Se pueden traspolar estos datos en una sociedad con un mayor grado de verificación a otras zonas del mundo en las que no existen los recursos? Creo que es, tal vez, un punto de partida para análisis, estudios, miradas en áreas de la Tierra empobrecidas o sin recursos.
Los investigadores presentaron sus hallazgos en la Alzheimer’s Association International Conference en julio y publicaron el estudio el 25 de noviembre en JAMA Neurology.
“Se han realizado estudios que han descubierto que el PM2.5 total está relacionado con el desarrollo de demencia en las personas, pero nadie había analizado específicamente el PM2.5 de los incendios forestales”, dijo la autora principal Joan Casey, profesora asociada del Department of Environmental & Occupational Health Sciences de la Universidad de Washington. “El humo de los incendios forestales es algo diferente, ya que es mucho más peliagudo. Hay muchos días en los que no hay humo de incendios forestales y hay ciertos días en los que la exposición es realmente, realmente extrema”.
Los investigadores analizaron los registros médicos de 1,2 millones de miembros de 60 años o más de Kaiser Permanente Southern California entre 2008 y 2019, todos ellos libres de demencia al inicio del período de estudio. Calcularon la exposición a largo plazo de cada persona a PM2,5, tanto de incendios forestales como de otros tipos, como un promedio móvil de tres años y luego identificaron a las personas que recibieron un diagnóstico de demencia.
Hallaron que por cada aumento de 1 microgramo por metro cúbico (µg/m3) en la concentración promedio de PM2,5 de incendios forestales durante tres años, las probabilidades de un diagnóstico de demencia aumentaron 18 %. La exposición a PM2,5 no provenientes de incendios forestales también aumentó el riesgo de demencia de una persona, pero en un grado mucho menor.
“Un microgramo por metro cúbico puede parecer bastante pequeño, pero tenemos que pensar en cómo las personas están expuestas al humo de los incendios forestales”, dijo Casey. “La mayoría de los días no están expuestas en absoluto, por lo que esto podría representar unos pocos días de exposición a una concentración de algo así como 300 µg/m3, donde el AQI es superior a 200 en determinada comunidad. Cuando lo pensamos, en realidad son unos pocos días de humo de incendios forestales realmente severos los que podrían traducirse en un riesgo mayor”.
Ese riesgo aumentó aún más entre las personas con determinadas características raciales y las que viven en zonas con altos niveles de pobreza, siguiendo tendencias a largo plazo en las que las poblaciones vulnerables a menudo experimentan efectos desproporcionados de los peligros ambientales. Los autores sugirieron que las disparidades podrían estar relacionadas con viviendas de menor calidad, que puede el mayor ingreso de humo a las viviendas de esas personas, o la incapacidad de las familias de bajos ingresos para costear sistemas de filtración de aire.
El período de estudio no incluye los veranos de 2020 y 20211, que produjeron las temporadas de incendios forestales más extremas registradas en California. La crisis climática ha aumentado drásticamente la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales en todo el oeste de Estados Unidos, introduciendo la “temporada de humo” en muchas regiones de la costa occidental. La afluencia de humo ha socavado las mejoras de la calidad del aire logradas durante el último siglo.
“Aquí el principal culpable es el cambio climático”, apuntó Casey. “Es un problema global. Si bien las personas pueden protegerse con filtros de aire y máscaras, necesitamos una solución global para el cambio climático. Tendrá que ser multifacética: muchas personas deben participar para resolver este problema altamente complejo”.
Entre los coautores de este estudio se hallan Holly Elser de la University of Pennsylvania; Timothy Frankland del Kaiser Permanente Hawaii Center for Integrated Health Research2; Chen Chen y Tarik Benmarhnia de la Scripps Institution of Oceanography de la UC San Diego; Sara Tartof y Gina Lee de Kaiser Permanente Southern California; Elizabeth Rose Mayeda de la UCLA; el Dr. Alexander Northrop de la Columbia University; y Jacqueline Torres de la UC San Francisco.
El crédito de las imágenes es de la Universidad de Washington. Sólo realizamos captura de pantalla del vídeo creado por UW.
- La investigación fue financiada por el National Institute on Aging -Instituto Nacional sobre el Envejecimiento- y el National Institute for Environmental Health Sciences - Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental- de Estados Unidos.
English version #
UW-led research links wildfire smoke exposure with increased dementia risk #
The article written by Alden Woods and Kiyomi Taguchi was published on UW News
As Baby Boomers hit retirement, about 1 in 6 Americans is now over the age of 65. The number of Americans living with dementia is projected to skyrocket — but the proportion of older Americans who develop dementia has actually decreased. The exact reason why is uncertain, but various lifestyle and environmental factors can influence a person’s risk of cognitive decline.
One recently discovered risk is air pollution. Studies have linked exposure to a type of air pollution called fine particulate matter, or PM2.5, with an increased risk of developing dementia, and researchers suspect that some sources of PM2.5 may pose a greater risk than others.
The researchers presented their findings at the Alzheimer’s Association International Conference in July and published the full study Nov. 25 in JAMA Neurology.
“There have been studies that have found total PM2.5 is related to people developing dementia, but no one had looked specifically at wildfire PM2.5,” said lead author Joan Casey, a UW associate professor of environmental & occupational health sciences. “Wildfire smoke is a different animal, in that it’s much spikier. There are many days where there’s no wildfire smoke, and there are some days where exposure is really, really extreme.”
Researchers analyzed the health records of 1.2 million members aged 60 and older of Kaiser Permanente Southern California between 2008 and 2019, all of whom were free from dementia at the start of the study period. They estimated each person’s long-term exposure to both wildfire and non-wildfire PM2.5 as a three-year rolling average, and then identified people who received a dementia diagnosis.
Researchers found that for every 1 microgram per cubic meter (µg/m3) increase in three-year average wildfire PM2.5 concentration, the odds of a dementia diagnosis increased by 18%. Exposure to non-wildfire PM2.5 also increased a person’s risk of dementia, but to a much lesser degree.
“One microgram per meter cubed might sound fairly small, but we have to think about how people are exposed to wildfire smoke,” Casey said. “Most days they aren’t exposed at all, so this might represent a few days of exposure at a concentration of something like 300 µg/m3, where the AQI is over 200 in someone’s community. When you think about it, it’s actually a few really severe wildfire smoke days that might translate into increased risk.”
That risk further increased among racialized people and those living in high-poverty census tracts, following long-term trends in which vulnerable populations often experience disproportionate effects of environmental hazards. The authors suggested that disparities might be related to lower-quality housing, which can increase the amount of smoke that enters people’s homes, or lower-income families’ inability to afford air filtration systems.
Image credit: University of Washington (UW). Many thanks Prof. Casey et al.! (RG)
The study period does not include the summers of 2020 and 2021, which produced the most extreme wildfire seasons recorded in California. The climate crisis has drastically increased the frequency and severity of wildfires across the American West, introducing “smoke season” in many West Coast regions The influx of smoke has chipped away at air quality improvements made over the last century.
“The main culprit here is climate change,” Casey said. “It’s a global problem. While individuals can protect themselves with air filters and masks, we need a global solution to climate change. It’s going to have to be many-pronged — many people have to be involved to solve this highly complex problem.”
Co-authors on this study are Holly Elser of the University of Pennsylvania; Timothy Frankland of the Kaiser Permanente Hawaii Center for Integrated Health Research; Chen Chen and Tarik Benmarhnia of the Scripps Institution of Oceanography at UC San Diego; Sara Tartof and Gina Lee of Kaiser Permanente Southern California; Elizabeth Rose Mayeda of UCLA; Dr. Alexander Northrop of Columbia University; and Jacqueline Torres of UC San Francisco. This research was funded by the National Institute on Aging and the National Institute for Environmental Health Sciences.
Footnotes #
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Podemos suponer que este ‘salto’ en la investigación se debe a que fue el período más duro de la pandemia de COVID-19. ↩︎
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Según la Wikipedia en inglés, Kaiser Permanente es un consorcio estadounidense de atención médica integrada, con sede en Oakland, California, Estados Unidos, fundado en 1945 por el industrial Henry J. Kaiser y el médico Sidney Garfield. Kaiser Permanente está formado por tres grupos de entidades distintos pero interdependientes: Kaiser Foundation Health Plan, Inc. (KFHP) y sus subsidiarias operativas regionales; Kaiser Foundation Hospitals; y los grupos médicos regionales Permanente. A partir de 2023, Kaiser Permanente opera en ocho estados (Hawái, Washington, Oregón, California, Colorado, Maryland, Virginia, Georgia) y el Distrito de Columbia, y es la organización de atención médica administrada más grande de los Estados Unidos. ↩︎