En la provincia de Córdoba, República Argentina, una investigación del INTA y la Cámara de Productores Porcinos de Córdoba (CAPPCOR) demostró que los efluentes porcinos, aplicados como enmienda orgánica, impulsaron mejoras productivas en soja. Según los ensayos -realizados durante ocho campañas consecutivas- se pasó de 2646 a 4574 kilos por hectárea, un salto de casi 1900 kilos adicionales.
“Destaco estos tres elementos porque permiten sintetizar lo observado: cambios positivos en macronutrientes y también en micronutrientes”, señaló Nicolás Sosa, profesional del INTA Manfredi, quien conduce los estudios junto a D**iego Mathier** y Marcos Bragachini.
De esta manera -señaló el artículo publicado hoy en INTA informa, los estudios evidenciaron que el efluente porcino actuó como una enmienda orgánica capaz de mejorar integralmente el suelo. “Más que un fertilizante que aporte uno, dos o más nutrientes, se trata de una práctica de fertilización más completa”, detalló Sosa.
En la localidad cordobesa de Despeñaderos funciona el principal sitio de evaluación, instalado en el establecimiento Porcal, de la empresa Dos Ríos, que cuenta con 1.600 madres en producción. El sistema de manejo incluye el tratamiento de purines en tres lagunas de estabilización impermeabilizadas, el filtrado mediante una criba autolimpiante y la posterior aplicación con pivot central durante el período de barbecho.
Mejora en los rendimientos #
Soja #
En soja, la última campaña evidenció un incremento marcado: el testigo rindió 2646 kg/ha, mientras que la aplicación de 25 mm de efluente sin fertilización mineral alcanzó 3830 kg/ha. En los tratamientos que combinaron efluente con superfosfato triple, los rendimientos llegaron a 3949 y 4574 kg/ha.
“Observamos que, en soja, existe un efecto adicional cuando se complementa con fósforo mineral, aun cuando los suelos ya presentan niveles elevados de este nutriente”, explicó Mathier.
Maíz #
Respecto de las recomendaciones de manejo, Sosa destacó que las aplicaciones siempre deben hacerse en base a un balance de nutrientes. Esto implica considerar la oferta de nutrientes del suelo —determinado a partir de los análisis de laboratorio—, la composición del efluente y los requerimientos del cultivo en cuestión*. “Un balance permite ajustar la dosis de aplicación y evitar problemas, ya que la demanda no es la misma para trigo, cebada, maíz o soja”, señaló.
La importancia de la investigación aplicada y la articulación con los productores #
Marcos Torres, miembro de la comisión directiva de CAPPCOR —que reúne a 30 establecimientos y concentra el 50% de la producción provincial—, se refirió a los buenos resultados obtenidos por la misma línea de investigación del INTA Manfredi en Villa María del Río Seco, en el norte de Córdoba.
“En nuestro establecimiento, en Villa María de Río Seco, en cuatro campañas obtuvimos 7.000 kilos más de maíz por hectárea gracias al agregado de efluentes porcinos. Esos kilos adicionales equivalen a una campaña completa de producción”, detalló. “En fósforo, al inicio teníamos valores de 40 partes por millón. Con cinco años de aplicación de purines, ese número subió a casi 65 partes por millón”, agregó.
Articulación público-privada #
El productor destacó el valor de la articulación público-privada: “Si no hubiéramos tenido la vinculación con el INTA, nuestros estudios carecerían de rigor científico. El INTA Manfredi nos aporta seriedad y objetividad. Es un referente en residuos pecuarios y en sistemas de riego, que también utilizamos para aplicar los efluentes en el lote”.
Contacto [Notaspampeanas](mailto: notaspampeanas@gmail.com)