A pocos pasos del centro de Tikal, una ciudad maya de 2.400 años de antigüedad en el corazón de la actual Guatemala, un equipo amplio de investigadores, incluidos académicos de la Universidad de Brown, han desenterrado un altar enterrado que podría revelar los secretos de una misteriosa época de agitación en aquel mundo antiguo.
El altar, construido a finales del siglo IV d. C., está decorado con cuatro paneles pintados en rojo, negro y amarillo que representan a una persona con un tocado de plumas y flanqueada por escudos o insignias. El rostro tiene ojos almendrados, una nariguera y una orejera doble. Se asemeja mucho a otras representaciones de una deidad conocida como el “Dios de la Tormenta” en el centro de México.
En un estudio publicado el martes 8 de abril en la revista Antiquity, los investigadores de Brown, junto con coautores de Estados Unidos y Guatemala, argumentan que el altar pintado no fue obra de un artista maya. En cambio, creen que fue creado por un artesano altamente capacitado en Teotihuacán, la formidable potencia antigua cuya sede se ubicaba a 1.010 kilómetros al oeste, a las afueras de la actual Ciudad de México.
“Cada vez es más evidente que este fue un período extraordinario de turbulencia en Tikal”, afirmó Stephen Houston, profesor de ciencias sociales, antropología e historia del arte y la arquitectura en Brown, coautor del artículo. “Lo que el altar confirma es que líderes adinerados de Teotihuacán llegaron a Tikal y crearon réplicas de las instalaciones rituales que habrían existido en su ciudad natal. Esto demuestra que Teotihuacán dejó una profunda huella allí”.
Incluso antes de descubrir el altar, Houston y sus colegas sabían que los mayas interactuaron con Teotihuacán durante siglos antes de que su relación se volviera más estrecha.
Fundada alrededor del año 850 a. C., Tikal existió durante generaciones como una pequeña ciudad con poca influencia antes de consolidarse como una dinastía alrededor del año 100 d. C. Los arqueólogos tienen evidencia de que Tikal y la mucho más poderosa Teotihuacán comenzaron a interactuar regularmente unos dos siglos después. Lo que al principio parecía una relación comercial informal, según Houston, rápidamente se convirtió en algo más polémico.
“Es casi como si Tikal hubiera provocado a la bestia y hubiera recibido demasiada atención de Teotihuacán”, dijo Houston. “Fue entonces cuando los extranjeros comenzaron a mudarse a la zona”.
Un golpe de estado en la antigüedad #
Houston afirmó que, a lo largo de varias décadas, los investigadores han recopilado cada vez más pruebas de una relación poco amistosa. La investigación comenzó en la década de 1960, cuando los arqueólogos encontraron una piedra tallada y mutilada con un texto bien conservado que describe el conflicto a grandes rasgos.
Gracias al texto de la piedra, descubrieron que «alrededor del año 378 d. C., Teotihuacán estaba prácticamente decapitando al reino», dijo Houston. «Destituyeron al rey y lo reemplazaron con un colaboracionista, un rey títere que resultó ser un instrumento local útil para Teotihuacán».
Décadas más tarde, utilizando tecnología de detección y medición de distancias por luz (LiDAR), los investigadores de Brown y varios colegas de otros centros de estudio descubrieron una réplica a escala reducida de la ciudadela de Teotihuacán justo a las afueras del centro de Tikal, enterrada bajo lo que los arqueólogos creían que eran colinas naturales. El descubrimiento sugirió que en los años previos a su derrocamiento, la presencia de Teotihuacán en la ciudad maya probablemente implicó un elemento de ocupación o vigilancia.
El coautor Andrew Scherer, profesor de antropología, arqueología y mundo antiguo en Brown y director del Instituto Joukowsky de Arqueología y Mundo Antiguo, afirmó que el altar se construyó en la época del golpe. Añadió que el exterior meticulosamente pintado del altar no es la única evidencia de la presencia de la mano dura de la capital: dentro del altar, los arqueólogos encontraron a un niño enterrado en posición sedente, una práctica poco común en Tikal, pero común en Teotihuacán. También encontraron a un adulto enterrado con una punta de dardo de obsidiana verde; Scherer explicó que el material y el diseño de la punta de dardo son característicos de Teotihuacán.
El hecho de que el altar y el área a su alrededor fueran enterrados posteriormente, dijo Scherer, consolida la teoría del equipo de investigación de que la presencia de Teotihuacán cambió y marcó a Tikal para siempre.
“Los mayas solían enterrar edificios y reconstruir encima”, explicó Scherer. “Pero aquí, enterraron el altar y los edificios circundantes y simplemente los dejaron, a pesar de que siglos después habría sido una propiedad de primera. Lo trataron casi como un monumento o una zona radiactiva. Probablemente refleja la compleja percepción que tenían sobre Teotihuacán”.
El poder engendra poder #
«Complicado» es una forma acertada de describir la memoria colectiva de Tikal sobre el golpe de estado de Teotihuacán, dijo Houston. El evento pudo haber sacudido a Tikal profundamente, pero en última instancia, fortaleció al reino: durante los siglos siguientes, Tikal alcanzó un auge aún mayor, convirtiéndose en una dinastía casi inigualable antes de declinar finalmente alrededor del año 900 d. C., junto con el resto del mundo maya.
“Hay cierta nostalgia por aquella época, cuando Teotihuacán estaba en la cúspide de su poder y despertaba un creciente interés en los mayas”, dijo Houston. “Para ellos era algo exaltado; lo recordaban casi con nostalgia. Incluso en su declive, seguían pensando en la política local en el contexto de ese contacto con el centro de México”.
A medida que descubren más detalles sobre la polémica historia de Teotihuacán y Tikal, Houston y Scherer admitieron que a ambos les sorprende lo familiar que suena un hecho tan repetido en la historia humana: un imperio todopoderoso descubre el paraíso y decide saquear sus riquezas.
“Todos sabemos qué sucedió con la civilización azteca tras la llegada de los españoles”, dijo Houston. “Nuestros hallazgos demuestran que esa historia es tan antigua como el tiempo. Estas potencias del centro de México se adentraron en el mundo maya porque lo consideraban un lugar de extraordinaria riqueza, con plumas especiales de aves tropicales, jade y chocolate. En lo que respecta a Teotihuacán, era la tierra de la leche y la miel”.
Junto a Houston y Scherer, entre los autores del estudio se encuentran Edwin Román Ramírez, Lorena Paiz Aragón, Alejandrina Corado Ochoa, Cristina García Leal y Rony E. Piedrasanta Castellanos del Proyecto Arqueológico del Sur de Tikal; Angelyn Bass de la University of New Mexico; Thomas G. Garrison y David Stuart de la University of Texas en Austin; y Heather Hurst del Skidmore College. El financiamiento para la investigación, en parte, provino de la PACUNAM Lidar Initiative y de la Hitz Foundation.
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El paper A Teotihuacan altar at Tikal, Guatemala: central Mexican ritual and elite interaction in the Maya Lowlands fue publicado en la revista Antiquity.
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El artículo In Guatemala, painted altar found at Tikal adds new context to mysterious Maya history, firmado por Jill Kimball fue publicado en la sección de noticias de la Universidad de Brown.